Los dones con los que han sido dotados estos terruños parecen arrancados de una antigua leyenda, como si se tratara de los versos clásicos de las civilizaciones de antaño, como si el tiempo se hubiera detenido para preservar un tesoro natural y cultural de belleza milenaria.
Si algo hay de irrepetible, de único y transcendente, es la capacidad que tienen ciertos lugares del archipiélago balear para preservar su entorno natural. Ciertamente la convivencia en armonía del hombre con la naturaleza ha marcado parte de la idiosincrasia de estos parajes, que se han mantenido en el tiempo casi intactos al azote del desarrollo depredador.
El Balneario de Font Santa se encuentra enclavado en una de esas pequeñas joyas que estamos mencionando, un lugar donde el tiempo se ha quedado varado en el entorno, ha fijado su ancla para quedarse y guardar ese lenguaje musical que solo naturaleza y tiempo saben hablar. Está ubicado al sur de la isla de Mallorca, junto a Es Salobrar de Campos, un conjunto de 130 estanques de agua marina que se extienden como un fascinante juego de espejos.
Una belleza retenida en cápsulas acuíferas que permanecen intocables pese a todos los avatares. Hay constancia de que cartagineses y romanos ya se dedicaron a la actividad salinera en la zona. No en vano, esta tradición sigue ejerciéndose y el denominado “oro blanco” continúa extrayéndose con los métodos milenarios, con el esfuerzo y trabajo humano ausente de máquinas y bullicio.
