Gracias a la continuidad del aporte de aguas minero-medicinales que emanan del manantial de Fuente amarga, el Balneario de Chiclana ha logrado destacar a esta localidad en el mapa de destinos turísticos fuera de la temporada estival. Las aguas sulfurosas que brotan de este manantial ofrecen al usuario unas propiedades terapéuticas únicas en toda Andalucía occidental, por lo que son numerosos los bañistas que acuden desde todas las esquinas de la geografía nacional. Estas características mineromedicinales son sometidas a diversos análisis cada año para comprobar que siguen estando vigentes y que mantienen su composición físico-química sin sufrir alteración alguna.
El destino o la casualidad hicieron que un lugareño descubriera las propiedades terapéuticas de las aguas del manantial de Fuente Amarga a través de la curación de las erupciones cutáneas que sufría su perro. A partir de la popularización de sus bondades, el Duque de Medina Sidonia hizo instalar unas pilas sobre estas aguas, inaugurando así la actividad balnearia en Chiclana. Actualmente se emplean las mismas bañeras utilizadas en el antiguo Balneario, que están cinceladas a mano sobre mármol blanco.
El edificio balneario fue edificado en el año 1803 y reconstruido en 1969, año en el que también se levantó el hotel Fuentemar. Este centro funciona en la actualidad como hotel escuela, en el que se forman a los alumnos de distintas escuelas y se desarrollan numerosos cursos de formación, y –por poner un ejemplo- en el mes de mayo del presente año, el 98% de sus clientes son usuarios del Balneario. La estación termal solo cierra en enero, por lo que su aportación a la actividad turística de Chiclana es continua, ya que los servicios termales suelen ser completados con excursiones organizadas a diferentes puntos de la localidad, como museos, bodegas y otros puntos de interés.