Cuentan en Lanjarón que sus aguas son el agua de la vida, de la salud y la eterna juventud como aquellas que buscaba Ponce de León en Florida. La oferta que ofrece este establecimiento, que ya era magnífica, ahora es irrechazable gracias a su nuevo hotel de cuatro estrellas. Este moderno edificio, estrenado este mismo año, que ocupa las instalaciones dedicadas antaño al embotellamiento de sus aguas, es el contrapunto del balneario levantado hace cien años. Además, la propuesta del Balneario y su hotel se completa con un restaurante, que basa su carta en la exquisita gastronomía de la zona y productos naturales de primera calidad, ideales para programas dietéticos.
Se atribuye a la sabiduría de los mozárabes, cristianos que vivían en el territorio musulmán de Al-Andalus, el primer uso de las aguas de Lanjarón. Aunque fue a partir de 1770 cuando el secreto a voces de las bondades de estos manantiales granadinos fue reconocido públicamente, sería en el siglo XIX cuando se aprovecharon de una manera continuada y terapéutica. Las aguas lanjaronenses tuvieron su puesta de largo en las Exposiciones Universales de París en 1878, con una medalla de plata, y en la de Barcelona de 1888.
El edificio de manantiales fue levantado en 1928 y desde ese año es la entrañable bandera del Balneario. Lanjarón era a comienzos del pasado siglo un lugar de encuentro de reyes, aristócratas y diversas personalidades europeas. Entre la nómina de celebridades que se entregaron al disfrute de sus aguas se puede contar al filósofo Bertrand Rusell, la novelista Virginia Woolf, el compositor Manuel de Falla o al inmortal poeta Federico García Lorca.
La experiencia del disfrute del Balneario de Lanjarón se halla muy ligada a la hermosa tierra en la que se ubica, la comarca granadina de La Alpujarra, situada entre Sierra Nevada y el Mediterráneo. La naturaleza ha sabido ser generosa con esta tierra y la llena de contrastes durante todo el año. El transcurso de las aguas que bajan del macizo de Sierra Nevada han creado un paisaje habitado por numerosas especies de flora y fauna. No debe extrañarnos, pues, esta zona tenga la declaración de Reserva de la Bioesfera de la UNESCO. La mano del hombre también ha embellecido estos parajes con el delicioso tipismo de sus pueblos típicos, de casas encaladas y empedradas calles, que mantienen todavía sus tradiciones arraigadas desde siglos atrás. Los alpujarreños, incluso en la actualidad, gustan de conservar su artesanía, fiestas y gastronomía. La cocina de esta comarca tiene entre sus innegables alicientes el jamón de Trevélez, la repostería de origen árabe y el buen vino que da la región.