Ya los antiguos romanos conocieron y se beneficiaron de los efectos benéficos de las aguas de este balneario ubicado en tierras coruñesas. Es a principios del XVIII cuando vecinos del lugar hallan, excavando, una pila de piedra de las antiguas caldas y el manantial. Seguidamente comenzaron las obras para aprovechar médicamente este patrimonio natural. Ya en 1764 las aguas medicinales se utilizaban en unos pozos para varios bañistas.
Había unos pequeños edificios para los agüistas, otro para militares y un asilo para pobres. En 1817 fueron puestas bajo dirección facultativa. A mediados del XIX, los manantiales fueron adquiridos por el Conde de Torre Penela, quien puso en funcionamiento un sencillo balneario desde 1851 hasta final de siglo. En la siguiente centuria, allá por 1930, este establecimiento gozaba de un notable prestigio recogido por Eugenio Carré Aldao en su Geografía General del Reino de Galicia, Provincia de A Coruña.
Actualmente, el complejo cuenta con una zona destinada a balneario, equipada con tecnología avanzada, bajo control de un director médico y su equipo de auxiliares e instalaciones hoteleras de dos estrellas. Sus instalaciones balnearias obtuvieron en noviembre del 2007 el distintivo de la Q de calidad, consiguiéndola su zona hotelera meses más tarde. Desde entonces, siguiendo la política de calidad del centro, se está trabajando por una mejora continua del servicio.
Cabe destacar que estas aguas, declaradas de utilidad pública en 1928, son de carácter sulfurado, sódicas, bicarbonatadas, hipertermales (42.5ªC), de mineralización débil y una proporción relativamente elevada de materia orgánica. Es reseñable el olor característico de esta agua (similar al del “huevo podrido”), su color amarillo-verdoso o azulado según la oxidación del azufre, su untuosidad, su temperatura y su radiactividad, así como su caudal constante y abundante.
Entre las indicaciones se cuentan las afecciones reumáticas como reumatismos crónicos inflamatorios que no estén en fase aguda, reumatismos crónicos degenerativos, reumatismos metabólicos, reumatismos no articulares, de partes blandas: periartritis, mialgias, miositis, tendinitis, bursitis, fascitis. También son tratadas las afecciones no reumáticas como secuelas de traumatismos, fracturas, luxaciones o esguinces y la osteonecrosis aséptica.
El Balneario de Carballo también es un destino indicado para usuarios que sufren de trastornos del aparato respiratorio tanto en vías superiores (rinitis, sinusitis, faringitis, o laringitis) y de vías inferiores (Asma, BCO, EPOC). Lo mismo es aplicable para los aquejados de enfermedades neurológicas que encontrarán alivio para polineuritis tóxicas, polirradiculitis (Sd. de Guillain-Barré), neuralgias, lumbociáticas, distonías, parkinson, esclerosis múltiple y hemiplejias.
Se recomienda el uso de estas aguas además para afecciones del aparato digestivo debido a su acción antiácida y protectora del hepatocito, la mejora del funcionamiento vesicular y su estimulo al peristaltismo intestinal. Es útil también para afecciones odonto- estomatológicas como disminución de la placa dental, Hypoderma y gingivitis. Finalmente, este agua es buena para problemas de la piel (eczemas, psoriasis, dermatitis atópica, acné…), el metabolismo (disminuye el colesterol y el ácido úrico y es ligeramente hipoglucemiante), procesos ginecológicos: dismenorrea y el retraso del envejecimiento.
